Muchos madrileños que toquen un poco lo que es el panorama indie español sabrán que aconteció esa noche en la sala "La Riviera" de Madrid. Para los que son mas idiotas (me incluyo tranquilos), esa noche Vetusta Morla hizo que me corriera (hablando a nivel musical).
Aquellos que ya los vieron en directo no hace falta que explique mucho lo que es uno de sus directos y los que no... no sé que coño esperan. Yo los vi ya dos veces, una en acústico y esta... recomendable las dos!.
El concierto daba comienzo a las nueve en punto de la noche (los cojones!), y apertura de puerta a las ocho; así que Pablo y yo nos disponíamos a asistir a las siete para poder pillar un buen sitio (ya que en la sala hay una curiosa palmera que te puede joder vivo). Tras varios problemas con un papeleo, exactamente de OCB; llegamos allí a siete y media, donde una cola kilométrica nos advertía de que llegábamos tarde (cosa que era mentira, ya que la cola se hizo mas grande a medida que avanzaban los minutos). Lo que pasó en esa cola la verdad es que no es muy interesante, al igual que toda la historia; pero es aburrido incluso para mi.
Segunda fila! estábamos en la segunda puta fila, ¡que bien!... mentira. Un personaje de dos metros evitaba cualquier contacto visual con el escenario. Yo apenado, afligido... no lloré, me cagué en sus putos muertos. Pablo me consoló y me advirtió de la teoría de mareas, en la que el conjunto de personas de un concierto forman una unidad en continuo movimiento. Y así fue, en cuestión de una hora estaba en primera fila sin saber donde coño estaban las doscientas personas que estaban delante mía en la cola, aunque tampoco me importaba... era primero!.
Nueve y veinte de la noche, los cabrones estos se hacen esperar... se creerán los Rolling y todo. Pero en un segundo se fueron todas las luces y se podían ver unas sombras moverse por el escenario. La gente decía "Son ellos, son ellos...", llegan media hora tarde... PUES CLARO QUE SON!. Pero da igual, en apenas unos segundo comenzó a sonar tímidamente "los días raros" y todo cambió... estábamos en el concierto. Nos esperaban dos horas de música, de saltos, de gritos, de empujones.... dos horas inexplicables (o que ahora no me apetece contar) que por supuesto, y pese a todo... merecieron la pena.
Calidad de imagen by NOKIA (hijos puta todos).
A escuchar música bichicos!
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